Pellejos o pendejos…?

Arkho

Cuando sea viejo y me cuelgue el pellejo
Haré uso de la inmunidad
Yo seré de anciano, aviso de antemano, el terror de la sociedad.

 

 

Hay al menos tres defectos que un pirata debe convertir en virtud:
1)    La obsesión constante por desenterrar los tesoros más suntuosos y sorprendentes.
2)    El gusto por la bronca, la algarabía y el alboroto.
3)    La lucha contra todo lo establecido.

 

 

En mi caso, el primero de los defectos se transforma en virtud, gracias a este video de Rafa Corega – principal fuente de inspiración para esta entrada-. Lo reconozco, soy su fan. Es tal mi obsesión por encontrar los tesoros más escondidos y particulares que me he convertido en el marinero más friki del barco. Pero no temo, soy pirata y Axel es mi capitán!

El segundo y el tercero de los defectos/virtudes vienen al caso del tema de hoy: ¡¿qué pasa con nuestros viejos?! ¿Hasta cuando tendremos que seguir soportando esta gerontocracia disimulada de victimismo? ¿Hasta cuando vamos a creer a todos esos quejicas que simulan achaques sobre una bicicleta, que lloran su artrosis comprando la última oferta de avión para pasar un fin de semana en Estambul, que lamentan lo mal que está el mundo y el a dónde vamos a ir a parar con esta juventud mientras se meten el codillo y los riojas entre pecho y espalda en cientos de txokos? ¿Hasta cuando?

Porque lo cierto es que los que ahora envejecen son esos que decían que nos lo daban todo cuando éramos niños y son los mismos que dicen que los padres de ahora –o sea nosotros, sus hijos/as- no sabemos educar porque les damos todo lo que nos piden a nuestros hijos. Esos a los que les empieza a colgar el pellejo son aquellos que batallaron por montar una seguridad social solidaria que les asegurara una jubilación de la que algunos rufianes de este barco hacen gala con descaro; y es cojonudo porque son los mismos que dicen que… tsk! tsk!… esto no va a aguantar, eh…? Lo veo muy mal… Mejor te haces un plan de pensiones privado, hija mía… Y son los mismos indecentes que nos enviaban a la cama porque salían dos rombos en la esquina superior derecha de la tele… que jodér, ni que fueran dos crucifijos. ¿O será, como me decía hace poco una adolescente hablando del asunto?:
– Náaa… Qué va, si mis padres no follan. – Lo mismo dicen ellos de ti, pensé yo. (Es curioso este extraño caso de negación mutua de la sexualidad entre los padres y sus hijos adolescentes… pero esto para otro día…)

Yo, que no temo, porque soy pirata y Axel es mi capitán!… solo quiero desenmascarar este terror de la sociedad que cambió el geriátrico por el boom inmobiliario, las obras municipales por las clases de yoga, los paseos a la plaza por el spinning, el inserso por Ryanair o las partidas de cartas por los blogs…

¿Pero es que ya no quedan abuelos?…